Los antiguos molinos de Constantina: historia viva junto al río
Pasear por Constantina no solo es disfrutar de la belleza de su sierra y su casco histórico. También es asomarse a una historia cargada de ingenio, esfuerzo y vida rural. Hoy queremos rescatar una parte poco conocida pero muy importante del pasado del pueblo: los molinos harineros.
Un río que daba vida
En Constantina, los molinos se construían aprovechando el cauce del río de la Villa. Gracias a un canal llamado «caóz», el agua se desviaba hacia el molino y movía las ruedas que permitían moler el cereal. Este sistema hidráulico, sencillo pero eficaz, estuvo funcionando hasta bien entrado el siglo XX.
Más de diez molinos en funcionamiento
Se tiene constancia de la existencia de más de una decena de molinos en el siglo XVIII, todos situados a lo largo del río Allende. El primero de ellos estaba justo después del puente de los Mayorazgos, cerca de la actual Plaza de Santa Ana.
Hasta la década de los 70 algunos seguían en funcionamiento, aunque hoy la mayoría están abandonados o en ruinas, difíciles de ubicar para el visitante.

Una vida en torno al molino
Muchos molinos eran propiedad de familias notables del pueblo, que los alquilaban a los molineros. Con el tiempo, estos acababan siendo también los dueños del molino. Las familias vivían en las propias instalaciones y cultivaban huertos o criaban animales en los terrenos adyacentes.
El trabajo del molinero podía cobrarse en dinero o en maquila, es decir, quedándose con una parte de la molienda. Su labor era esencial, no solo para que cada familia pudiera hacer su propio pan, sino también para abastecer panaderías y alimentar al ganado.
Recuerdos de un pueblo
Entre los molinos más recordados por los vecinos se encuentran:
El Cigarrón, arrendado por «los Buzos»
El de Gregorio
El de Parra
El de Lemos
Y también la historia de la familia Meléndez, que en los años 40 comenzó a fabricar bollos franceses con el reconocimiento de todo el pueblo.
Calles con historia: Calle Molinos y El Peso
El legado de los molinos ha dejado huella incluso en el callejero actual. La Calle Molinos debe su nombre a la concentración de ingenios destinados a la molienda de cereales y extracción de aceite. Ya en 1590, de once casas registradas, diez pertenecían a molineros.
La cercanía del río y la tradición de agrupar a los artesanos por gremios explican esta denominación, como también ocurre en otras calles de Constantina como Olla, Carnicería o Mesones.
Muy próxima a esta vía se encuentra la Calle El Peso, que recuerda la ubicación del “Peso de la Harina”, un lugar clave donde se realizaba el control oficial de las cosechas de grano para el pago de tributos y diezmos. Se cree que este punto estuvo en una casa próxima a la actual Plaza de Santa Ana.
Constantina, un pueblo con identidad
Los molinos y sus calles nos hablan de un pasado donde el trabajo, la comunidad y el aprovechamiento de los recursos naturales eran el motor del día a día. Descubrir estos detalles es sumergirse en la verdadera identidad de Constantina.
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